El proceso de
toma de decisiones es utilizado por los seres humanos en cada segundo de la
vida, ya que consiste en seleccionar la que se considere como mejor alternativa
entre dos o más opciones y esto se ve
reflejado a nivel familiar, laboral, sentimental, empresarial, entre otros. El autor
Stoner (1995) define la toma de decisiones como “el proceso de identificación y
selección de la acción adecuada para la solución de un problema específico.” (p.266)
En base a lo
anterior puede decirse que es importante tomar en cuenta diversos factores a la
hora de tomar decisiones y por tal razón las personas deben usar su capacidad
de razonamiento, que les permitirá seguir un rumbo adecuado para solucionar cualquier
situación. Sin embargo, considerando la publicación del autor Sánchez R. (2010)
en su blog “Trampas psicológicas en la toma de decisiones”, cabe destacar que
las personas no siempre toman decisiones basadas en sus conocimientos,
razonamiento ni experiencia, sino que pueden verse influenciadas por una serie de acontecimientos
o factores, que pueden manipular el proceso de decisión bien sea desde una
opinión sencilla a nivel personal, hasta una gran decisión que pudiera afectar
el desarrollo de una empresa.
A partir del
material publicado por Sánchez R. se analizarán cada una de las once “trampas”
o situaciones que influyen en la toma de decisiones.
En primer lugar
la “Trampa del Ancla”, la cual se refiere a la “mala jugada” que puede hacer la
mente humana al dejarse llevar por la primera información que recibe respecto a
algo, sobre todo cuando no se ha recibido antes ningún conocimiento o
referencia sobre el tema. Esta es la primera razón por la que muchas de las
decisiones tomadas a diario pueden venir manipuladas inconscientemente por la
opinión o información recibida de terceros. Considero conveniente que se
estimule conscientemente la búsqueda de información antes de tomar decisiones y
no dejarse llevar por los impulsos.
La segunda “trampa”
que cita el autor es la “trampa de la resistencia al cambio”. La cual se ve reflejada
tanto en la vida diaria como a nivel laboral. Para poder romper este prejuicio
es necesario actuar. Siempre va a parecer más cómoda la situación actual, pero
deben analizarse los pros y los contras del cambio para poder tomar una
decisión apropiada y siempre transmitiendo la motivación al cambio para que
todas las personas enfoquen sus esfuerzos a esa misma dirección.
Por otra parte,
se encuentra la “trampa de los costos irrecuperables”. Esta consiste en el
hecho de que siempre se van a poder tomar las acciones correctivas a tiempo,
siempre y cuando se esté dispuesto a aceptar el error y hacerlo. Cuando nos
damos cuenta de que algo se ha hecho “mal”, no debemos perder tiempo en
lamentos, solo debemos actuar y enfocarnos en buscar la solución en el menor
tiempo posible.
Así mismo se
encuentra el cuarto prejuicio que se titula “la trampa de ver lo que nos da la
gana”. Muchas veces cuando estamos convencidos de algo nos cerramos a otras
posibilidades. Y aunque esta “terquedad” es característica en la mayoría de las
personas, al momento de tomar decisiones es importante tomar un respiro y ser
objetivo, analizado todos los puntos de vista para poder ver realmente que es
lo que más conviene a la situación.
La trampa
número cinco que cita el autor, lleva por nombre “la trampa de la forma de
hacer las preguntas”. Es muy simple y obvia, pero inconscientemente “caemos” en
ella a diario. Sin embargo en muchas ocasiones podemos dejar de ver este factor
como una “trampa” y convertirlo en una “oportunidad”. Muchas veces subestimamos
a las personas con la forma de preguntar. Otro ejemplo que se puede mencionar
es cuando decimos: ¿Tú NO sabes en dónde está el sacapuntas? En lugar de ¿Tú
sabes…? Siempre podemos buscar una mejor manera de hacer las preguntas para
obtener mejores respuestas.
Así mismo viene
la trampa número seis, que se titula “la Trampa del exceso de autoconfianza”. Los
seres humanos muchas veces nos negamos al hecho de “no saber” algo. Si tenemos
dudas, es mucho más sabio preguntar qué decir algo o tomar una decisión en base
a lo que no estamos seguros. A eso se refiere “el exceso de autoconfianza”, nos
aferramos a algo que creemos, solo por estimación en lugar de hacerlo por
convicción.
El prejuicio
número siete lleva por nombre “la trampa de los raros eventos catastróficos”, y
se refiere simplemente al hecho de dar mucha importancia a situaciones que a lo
mejor no tienen tanta probabilidad de que sucedan. Siempre debemos estar
prevenidos, evaluar factores de riesgo y tomar las medidas necesarias para
sobrellevar cualquier tipo inconveniente, ya que muchas veces no se les presta
tanta atención a problemas pequeños,
siendo estos más frecuentes o más perjudiciales al final que los más grandes.
De igual forma,
en el lugar ocho se encuentra “la trampa de los estereotipos”. Y esto tiene que
ver mucho con dejarse llevar por las apariencias. Lo cual se aplica a nivel personal
y a nivel empresarial, conduciendo casi siempre a una mala decisión. Si hablamos
a nivel organizacional, un administrador de recursos humanos no puede dejarse
llevar por el aspecto físico de una persona para seleccionarlo a un cargo. Aunque
es un aspecto importante, primero debe se debe estudiar si su nivel de
preparación intelectual se adecua a las necesidades y es lo suficientemente
competente para cumplir con las exigencias de dicho cargo. “No todo es como
parece” y por eso al momento de tomar decisiones importantes debemos recopilar
la mayor información posible para minimizar los riesgos de equivocarse.
La “trampa del
exceso de prudencia” es el prejuicio número diez. Y en él se refleja el hecho
de a muchas veces las personas no muestren la realidad tal y como es por miedo
a las reacciones o a las consecuencias que pueda traer. Si queremos tomar
decisiones que realmente sean efectivas para solución de problemas, es
necesario que se trabaje con datos reales. De lo contrario, no surtirán efecto
y posiblemente la situación continúe empeorando.
En el número
diez de encuentra la “trampa de la buena racha”. Considero que tiene mucho que
ver con el “exceso de confianza”. Como se ha mencionado en los casos
anteriores, al momento de tomar decisiones es necesario hacerlo con base a
datos reales, a información concreta y no dejarse llevar por emociones o
presentimientos. Si bien es cierto, que la “intuición” muchas veces juega un
papel acertado, no puede ser nuestra única base. Ya que las experiencias
anteriores no son garantía de las experiencias futuras, las situaciones y los
factores suelen cambiar, por lo tanto la “buena racha” no debe tomarse en
cuenta a la hora de decidir.
Finalmente, se
encuentra la “trampa de los muy afortunados”. Lo cual muchas veces afecta las
decisiones. Cuando vemos el éxito en los demás, solemos pensar que tal vez no
sea posible obtenerlo y este factor puede desanimar a muchos. Sin embargo, se
debe tener claro que el éxito es posible para cualquier persona o empresa
siempre y cuando se trabaje arduamente para obtenerlo, y esto implica tomar las
decisiones adecuadas en el tiempo correcto. Si no se intenta, no se logra!
Es importante
que las personas que buscan lograr un objetivo nunca pierdan de foco su meta,
para que a la hora de tomar decisiones se mantengan firmes a sus creencias sin
perder la objetividad. Todos los obstáculos o “trampas” mencionadas
anteriormente pueden vencerse únicamente con la herramienta de la información y
el conocimiento. Es necesario mirar alrededor, evaluar, analizar, informarse,
colocar en una balanza las ventajas y desventajas y finalmente decidir actuar
en el momento justo para lograr obtener los mejores resultados.
Por: Alejandra Ramírez Santos.
C.I. 17.362.665
Fuentes:
Sánchez R (2010) Trampas Psicológicas
de la toma de Decisiones.
Dirección electrónica
Stoner (1995), 5º
edición p.266
Dirección
electrónica
http://orquideadebiscucuy.blogspot.com/2012/07/toma-de-decisiones.html